Picos montañosos reflejados, aguas rosadas y orillas de arena blanca son las características de algunos de los lagos más bellos del mundo. Estos estanques varían en tamaño, altitud y tonalidades multicolores, pero aunque cada uno de los paisajes acuáticos de nuestro mundo es único, todos comparten el poder de elevar nuestro bienestar emocional y mental.
Tanto si busca un ambiente de playa tropical, un lago alpino de rascacielos o aguas templadas llenas de medusas doradas que no pican, hay un lago para cada personalidad imaginable. Desde un lago en los Alpes berneses de Suiza hasta una piscina keniana decorada con una extravagancia de flamencos, éstas son las piscinas de agua más exquisitas de todo el mundo.
1. Mar Muerto, Israel y Jordania
No se deje engañar por el nombre: el Mar Muerto es, en realidad, un lago salino con montañas bordeadas de palmeras y formaciones salinas blancas y serpenteantes. La cantidad de sal en sus aguas azul eléctrico dificulta el baño, pero flotar es pan comido. Alójese a poca distancia del Mar Muerto y deléitese con el característico tratamiento de barro del Prima Oasis Spa Hotel.
2. Lago Melissani, Grecia
Con sus dos cámaras -una oscura y cubierta de estalagmitas, la otra iluminada por el sol a través de una enorme abertura a la superficie-, la cueva de Melissani, en la isla de Cefalonia, es un espectáculo inolvidable.
Aunque las cuevas y el lago subterráneo de Melissani se descubrieron hace varios cientos de años, la zona no se abrió al público hasta principios de la década de 1960, y desde entonces son muchos los viajeros que navegan por sus impresionantes aguas azules. Relájese en un oasis de playa aislada en Eliamos Villas Hotel & Spa, al sur de la isla de Cefalonia.
3. Laguna Colorada, Bolivia
En lo alto de las montañas bolivianas, a unas tres horas en coche al norte de la chilena San Pedro de Atacama, se encuentra la Laguna Colorada, de color carmesí, cuyas aguas adquieren su distintivo tono gracias a las algas rojas (aunque el folclore lo atribuye a la sangre derramada de los dioses).
Intente visitarla entre diciembre y abril, cuando la poco profunda pero hermosa laguna está llena de agua y los flamencos de color rosa claro se reúnen para la época de cría. En San Pedro, el nuevo Our Habitas es una desEstablecer la imagen destacadacansada pista de aterrizaje.
4. Lago St. Clair, Tasmania, Australia
Después de zambullirse en las cristalinas aguas azules del lago de agua dulce más profundo de Australia, explore los florecientes bosques que rodean este lago de 11 millas de largo. El lago St. Clair de Tasmania es también un célebre destino de senderismo y excursiones para todos los niveles, con la oportunidad de avistar animales emblemáticos de Tassie, como walabíes, ornitorrincos, quolls y wombats. Mézclese con el entorno pasando la noche en Pumphouse Point, un remoto refugio natural de sólo 18 habitaciones.
5. Jökulsárlón, Islandia
Situado en el Parque Nacional de Vatnajökull, al sureste de Islandia, el lago glaciar de Jökulsárlón y su playa helada están considerados una de las maravillas naturales del país, y con razón: las arenas volcánicas negras se yuxtaponen brillantemente a los trozos de hielo que llegan a la orilla. El lugar gana aún más puntos visuales cuando refleja la aurora boreal.
6. Lago Natron, Tanzania
Este lago salado es precioso de ver, pero sus infernales temperaturas de 120 grados y sus niveles de pH peligrosamente bajos hacen que sólo se pueda admirar desde lejos. Hay una gran ventaja: El exceso de algas de color escarlata atrae a millones de flamencos, convirtiendo la zona en uno de los principales lugares de cría de la especie.
7. Lago Kayangan, Filipinas
Conocido como el lago más limpio de Asia, este popular destino turístico ofrece aguas cristalinas de color esmeralda. Grandes formaciones rocosas de granito sobresalen de las profundas aguas, convirtiendo este lago en uno de los lugares más famosos de Filipinas para tomar fotografías. Al lago Kayangan de la isla de Coron sólo se puede acceder en barco, y hay que subir una escalinata de diez minutos, pero el esfuerzo merece la pena.
Yuniet Blanco Salas